jueves, 3 de febrero de 2011

Un día en La Alhambra

A las nueve menos cuarto estaba esperando a la puerta del hotel nuestro guía de excepción en ese día inolvidable, Francisco Jarauta, nuestro antiguo profesor y también comisario de la exposición “Matisse en la Alhambra”, la causa de nuestra fantástica excursión a Granada este año, organizada por el Foro Ciudadano.
La subida al complejo palatino por la Cuesta de Gomérez estuvo salpicada de historia y de historias, la entrada a los jardines acompañados del rumor del agua y de los cantos de los pájaros ya preparaban la mente y acariciaban los sentidos para poder apreciar las sutilezas de un espacio construido todo él para acercar el espíritu a los cielos a través de los sentidos (las ventanas del alma).
El día comenzó temprano, había que desayunar y hacer las maletas antes de salir del hotel.
Francisco Jarauta, nos espera para hacer la visita guiada que comienza en la Plaza Nueva y sube la Cuesta de Gomérez hasta la Puerta del Arco; durante la subida nos cuenta la historia de Carlos V sus sueños de transformar Granada en capital del reino castellano, sueño pronto interrumpido por la nobleza, que no está dispuesta a desplazar el poder político de Castilla.
Después nos habla de la imagen de Granada en la cultura europea en el siglo XVIII, y también en el XIX: el romanticismo promociona Granada de una forma increíble.
Entramos por la Puerta de la Justicia y enseguida podemos disfrutar de una maravillosa vista sobre la ciudad, una de las mil perspectivas con las que nuestra vista se deleitará durante todo el día.
El palacio comprende muchas salas adornadas con bellas caligrafías y motivos vegetales y patios llenos de luces y sombras, de vegetación y de rincones encantadores, de numerosas y sugerentes fuentes, pero la restauración de los leones es polémica, dos opiniones se encuentran: para unos, los leones están demasiado reconstruidos, para otros, los leones son tan hermosos que poco importa si los han reconstruido, de hecho, es ahora cuando se aprecian esas raíces orientales y mágicas que estaban ocultas tras capas y capas de suciedad y deterioro.
La subida a los jardines del palacio de verano (El Generalife) es bella y soleada, este palacio es sobre todo agua y vegetación, el líquido elemento se deja ver, oír y sentir por todas partes, en una sinfonía inigualable, se puede decir que este palacio es el paraíso islámico: el Jardín de Alá.
La visita se completa con la exposición de Matisse, pequeña y detallista como una joya.
Nos sentamos en el suelo mientras Francisco Jarauta nos cuenta la historia de cada cuadro y de sus esfuerzos por traer a España esas obras, nos sumergimos en el hechizo de sus explicaciones y los minutos pasan soñadores sin darnos cuenta; cuando bajamos a Granada para comer, son las cinco de la tarde, estamos cansados y hambrientos pero tenemos el alma llena de colores, de formas, de perfumes, de sonidos, de evocaciones...
¡La jornada de enero ha sido maravillosa!

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