martes, 28 de septiembre de 2010

Las noches de la crisis


Hace años mi abuela me contó cómo se quedó sola con tres niñas pequeñas, una de ellas de meses (mi madre), cuando empezó la guerra y reclutaron a mi abuelo, y como tuvo que afrontar en aquellos años, el nacimiento de dos hijos más, cómo en uno de los partos nadie encontraba a la comadrona, que estaba en otro parto lejos, y cómo dió a luz sin nadie que pudiera ayudarla, cómo tuvo que cortar el cordón umbilical con las tijeras de costura que tenía en la mesita de noche, y el trabajo que le costó alcanzarlas mientras lloraba amargamente su situación, (para cuando llegaron las vecinas y la comadrona todo estaba ya hecho). También me contó como murió unos de sus hijos en sus brazos y cómo lloró al separarse de un sobrino al que crió en esos años difíciles cuando su madre vino a buscarlo tiempo después.
Cuando la escuchaba no podía creer la suerte que yo tenía por no haber padecido una guerra, por vivir en un país que se había vuelto moderno y democrático y lleno de prestaciones sociales, de veras creía que el siglo XX "progresaba" y que aquellos tiempos de dolor e incertidumbre habían quedado atrás para siempre, pero ahora no estoy tan segura...
Ahora sueño con mundos apocalípticos sin guerra nuclear de por medio, tierras baldías llenas de gente desdentada y hambrienta que vaga sin rumbo y sin esperanza mientras empresarios de la energía y banqueros salen en las noticias diciendo que debemos pagar y pagar, y financiar sus delirios financieros y sus guerras preventivas.
Ahora tengo pesadillas con la vida que llevarán nuestros hijos y las jóvenes generaciones en un mundo cruel y manipulado tecnológicamente donde nadie tendrá libertad ni para soñar.
Ahora recuerdo la novela "El primer siglo después de Béatrice" de Amin Maalouf y pienso que pudiera resultar optimista y que la violencia y el oscurantismo que pronosticaban sus páginas pudiera ser sólo el principio...
Ahora prefiero no soñar.