martes, 21 de febrero de 2017

El método KonMarie o la revolución silenciosa



Dijo la revista Time el pasado año que Marie Kondo era una de las 100 personas más influyentes del mundo, dicen los millones de lectores que tiene que su método funciona y dicen los miles de seguidores y grupos de Facebook que se han formado a su estela que el método te puede cambiar la vida.

Ordenar una casa nunca es fácil y por los comentarios a todo lo largo de la red el método no era fácil de seguir, así que intrigada por esa especie de conmoción colectiva, y deseosa también de probar ideas nuevas me leí el libro “La magia del orden” y descubrí que detrás de esa sonrisa dulce hay más, mucho más.

Para empezar, multitud de publicaciones dedicadas a la decoración, la arquitectura, o al crecimiento personal insisten en que nuestro espacio doméstico nos representa, nos estimula y nos influye psicológicamente, de ahí que sea importante sentirnos en sintonía, y por tanto:
La revisión del espacio doméstico se convierte en revisión personal, la renovación interior a través de la renovación exterior (de lo que te rodea).

En segundo lugar el libro utiliza un modo muy particular de expresión, apelando a los sentimientos que fascina a prácticamente todos sus lectores y provoca una identificación inmediata, lo que aparece como un encantador y exótico modo de mirar las cosas (una seña de identidad) se convierte o una seña de interculturalidad, que cualquier ciudadano del mundo puede adoptar.

En tercer lugar la autora propone un orden concreto para llevarlo a cabo, y la importancia de continuar hasta el final en un proceso único que puede durar varios meses, y esto es radicalmente diferente al concepto de orden habitual que es cíclico y por sectores (limpieza de primavera, ropa de temporada, etc...).

En cuarto lugar tenemos que afrontar un hecho: la cantidad de objetos que tenemos hoy día en nuestras casas no se puede comparar con la de ningún otro momento histórico. En el mundo occidental se ha pasado de atesorar pertenencias a la obligación de mantenerlas a raya.
La acumulación es resultado de la sociedad de consumo, y esta situación (nueva para la humanidad) cambia la relación del sujeto con los objetos cotidianos.

Por último el gran cambio de paradigma en cualquier libro sobre el orden y la clave de todo: cuando la autora dice que para deshacernos de algo resulta muy útil agradecer los servicios prestados (ella lo ejemplifica con una bufanda o un abrigo al que habría que decirle: “gracias por haberme abrigado todo este tiempo”), en realidad lo que hace es dejar de ver los objetos cotidianos como posesiones y empezar a verlos como proveedores de servicio (algo así como el Spotify de las cosas).
Y esta es la auténtica novedad, el cambio de perspectiva: si un objeto ya ha cumplido su función de abrigar, informar o emocionar, ¿para qué guardarlo?.

Dice que sus clientes compran mucho menos después del proceso, porque si un objeto no es necesario ¿para qué comprarlo?.

Y es aquí donde una obra que promete ayuda para organizar se convierte en una reflexión sobre el estilo de vida que llevamos, ya que hacer una revisión exhaustiva y por categorías de todos los objetos de la casa, que ya no son meros objetos sino proveedores de experiencias, cambia la percepción del hogar que tenemos y cambia la idea del hogar queremos tener. 











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