domingo, 25 de noviembre de 2012

Obsolescencia programada

Últimamente se me rompen las cosas con más rapidez que antes, y mientras no se demuestre que mi torpeza manual ha aumentado considerablemente en poco tiempo, tengo que pensar que a los fabricantes se les ha ido la mano en lo referente a la obsolescencia programada de sus productos, lo que unido a la actual crisis económica, a los desvaríos políticos patrios, y la situación del clima, me lleva a preguntarme si la obsolescencia programada se puede aplicar a la especie humana en general o tal vez a los sistemas económicos y sociales (aunque dada la repercusión que éstos tienen en nuestro planeta actualmente, podría conducir al mismo nefasto resultado).
En principio, y ya que no soy partidaria de generalizar, yo me inclino a pensar que nuestro (cada vez más espeluznante) siglo XX ha generado una idea peligrosa que se va a devorar a sí misma y nos va a llevar a todos consigo...

Poner fecha de caducidad a los objetos no pareció una idea muy descabellada a sus autores, puesto que la naturaleza se degrada y trasforma constantemente, pero, puesto que la vida se renueva en un ciclo fructífero y los objetos no dejan sino regueros de desechos que ponen en peligro la supervivencia misma del planeta algo debió de fallar en esa planificación obsolescente.
Ahora bien, cuando veo como el capitalismo neoliberal se consume a sí mismo en una aterradora huida hacia ninguna parte, arrasando a las personas, a los sistemas políticos, a las ideologías y a toda la producción cultural de la humanidad, me hago una pregunta que podría ser el título de una novela de ciencia ficción: ¿Sueñan los humanos con la mundialización?

¿Estoy asistiendo a un final programado del mundo tal y como lo conocemos? este caótico final que me rodea, esta suma de escaladas bélicas, catástrofes naturales y desastres humanitarios al que asisto desde el palco de internet, este aparente desorden azaroso del mundo, ¿realmente lo es?
Porque si esto no es la suma de la estulticia y la avaricia humanas potenciadas por los avances económicos y tecnológicos de los últimos siglos, si en realidad fuera la suma de la maldad y de la avaricia de unos pocos que manejan los poderes fácticos, entonces tendríamos una espeluznante novela de ciencia ficción que sólo está empezando a escribirse.