lunes, 27 de junio de 2011

La educación

La otra noche vi un documental perteneciente a la serie Planeta Humano (BBC) en el que dos niños (un niño y una niña de edades comprendidas entre los 9 y los 12 años) emprendían un viaje con su padre en pleno Himalaya, recorrían 100 kilómetros a pie, sorteando el deshielo, la fragilidad del suelo, el peligro de los aludes, las resbaladizas cornisas sobre un río de aguas tan frías que una caída significa la muerte en 8 minutos y las heladas nocturnas de hasta 30 grados bajo cero (tienen que buscar cuevas antes de anochecer para pernoctar en ellas); tardan 6 días en los que se juegan la vida a cada instante y ¿para qué?: para ir a la escuela en el pueblo más cercano que durará lo que duren las buenas temperaturas (el verano), porque tanto su padre como ellos mismos quieren preparar un futuro mejor.
No imagino mejor valoración para la educación que luchar de esa forma para adquirirla, por eso duele tanto lo que afirman los miembros de la CEOE, las conclusiones de un "informe" que me niego a repetir aquí porque ya le han dado demasiada publicidad los medios, demasiada para un absurdo de ese calibre.

Aunque lo peor no es la tontería en sí, sino el tufillo machista-cínico-fascistoide que desprende y perdonen la patada que acabo de darle a nuestro diccionario pero no se me ocurre nada más breve que defina mejor lo que quiero decir.
Ningún medio es desdeñado para esquilmar el estado del bienestar, ninguna argucia ni descrédito es mala para lanzarse como hienas sobre los sistemas públicos  y devorarlos sin decoro, porque hubo un tiempo para vampirizarlos en silencio y, por lo visto, ahora es tiempo de hacerlo a la luz del día, sin disimulo.
¿Cuando han llegado a la conclusión de que todos pensamos como ellos y que nos vamos a sentar a ver éste espectáculo gore sin protestar?