miércoles, 2 de abril de 2008

El pasado y el presente


Sicilia es una contradicción hermosa, disfruta de unos paisajes magníficos, de los que ahora se consideran patrimonio (en riesgo) de la humanidad, una arquitectura suntuosa tristemente envejecida, cubierta de humo y salitre, y aún así digna y elegante por encima de las circunstancias, un suelo fértil lleno de frutales mediterráneos y sabrosos, de vegetales antiguos e insólitos (como las coliflores rosa de las laderas del Etna), una flota pesquera productiva, un volcán activo y las técnicas de vulcanología más modernas estudiando su comportamiento, que además procura solaz a los esquiadores buena parte del año, y una población joven y vivaz que adora pasear en moto sin casco por las calles empedradas, pero que debe buscarse la vida como puede, porque las perspectivas de futuro se diluyen en el horizonte marino, como la niebla de madrugada.
Hay recursos, hay historia, tanta que a veces parece que va a hundir la isla con el peso de sus piedras, pero el futuro es incierto, enredada en la espiral de la violencia, la codicia y la corrupción, las iniciativas gubernamentales y judiciales se disuelven como azucarillos, mientras la población recela de sus funcionarios y de sus políticos y de sus "posibles" conexiones con la mafia, esa "cosa suya" de la que reniegan y de la que no pueden escapar. ¿Hay un futuro para Sicilia?¿Se construirá el esperado puente, se limarán las diferencias con el norte?
Quizá en esa contradicción está su idiosincrasia, es Europa pero es distinta.