jueves, 2 de agosto de 2007

El fuego de la ambición

Todos los veranos asistimos al mismo deprimente espactáculo : miles y miles de hectáreas de bosque quemado, nuestro patrimonio natural esquilmado y algunos bolsillos soñando con llenarse, y es que la ambición y el afán de lucro son tan viejos como el mundo y me parece que no nos van a abandonar nunca. Lo que sí podemos abandonar es la permisividad y la tolerancia con ese tipo de delitos, porque la conciencia colectiva está cambiando y aunque los solares tengan dueño el patrimonio natural es de todos, y el aire que respiramos también. ¿Cuándo llegará el día que nos demos cuenta que los perjudicados somos todos y que el alcance de esos delitos es mucho más trascendental de lo que parece a primera vista?.
La tierra es finita, es delicada y frágil y sobre todo es la casa de todos los humanos, todos interaccionamos unos con otros y los que no se han dado cuenta todavía o tienen miopía mental o un egoísmo tan grande que debía estar catalogado como enfermedad infectocontagiosa porque las consecuencias de sus actos son tran graves como una epidemia.
Nuestro vocabulario es rico, y aunque cada día pierde más y más vocablos por la tendencia natural al mínimo esfuerzo del hablante, algo me dice que nunca perderá las palabras "ambición", "aprovecharse" y otras parecidas que se utilizan en singular, cuando la humanidad debería empezar a pensar en plural, y conjugar los verbos "compartir", "colaborar" o "asociarse".